En los últimos días se dieron a conocer preocupantes imágenes de uno de los sitios naturales más conocidos del país.

El desierto de Atacama fue protagonista de noticias y fotos que circularon más allá de Chile, y no se debió a motivos turísticos o culturales: se viralizaron las enormes montañas de ropa usada que allí se descarta.

Una de las tantas aristas que genera sobreacumulación de basura y daños al medio ambiente es la denominada fast fashion. Se trata de un sistema de “moda rápida”, en el que la industria produce grandes cantidades de ropa para introducir en el mercado, fomentando un consumismo que se acelera cuando, al poco tiempo, esa indumentaria es reemplazada por “nuevas tendencias”.

Este fenómeno genera graves consecuencias (desde un consumismo exacerbado a las precarias condiciones laborales en que se realizan las prendas), y el medio ambiente es uno de los afectados. Por eso generaron impacto las imágenes del desierto de Atacama, convertido en un vertedero de indumentaria.

Chile es uno de los países que más ropa recibe proveniente de Europa o Estados Unidos, donde fue usada luego de su fabricación en Asia. Se estima que de las 59.000 toneladas que llegan anualmente al puerto de Iquique, alrededor de 39.000 terminan sin ser revendidas y desechadas en vertederos.

Según un estudio que la Organización de las Naciones Unidas dio a conocer en 2019, del 2000 al 2014 se duplicó la producción de ropa a nivel mundial. Allí se destacaban datos alarmante: la industria de la indumentaria genera alrededor del 8% de los gases de efecto invernadero, y es responsable del 20% del desperdicio total de agua a nivel global. Además, la ropa no es biodegradable, y en muchos procesos de fabricación se utilizan químicos nocivos.

Imágenes como las de Atacama son elocuentes, y sirven para tomar conciencia y reclamar por modelos de producción y consumo sustentables, promoviendo la reutilización y el reciclaje, y actuando a favor del medio ambiente.


Fuente: Euronews