La problemática afecta a todo el planeta y, según estimaciones, podría acrecentarse con los años.

En los últimos meses hemos sido testigos de numerosas noticias sobre incendios forestales en Chile y en otras partes del mundo. Los medios de comunicación y las redes vieron viralizarse imágenes y videos del fuego avanzando, de animales intentando escapar, de familias afectadas y de bomberos luchando por apagar las llamas.

Ante este escenario, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) presentó un informe sobre el tema elaborado por más de 50 expertos mundiales, junto al centro medioambiental noruego GRID-Arendal. Y los resultados no ofrecen perspectivas alentadoras: advierten que la intensidad y frecuencia de los incendios, si no se plantean medidas drásticas, irán en aumento año a año.

Según las estimaciones, para 2030 se prevé un aumento del 14% de los incendios extremos, mientras que sería de un 30% para 2050 y de un 50% para fines de siglo. Un fenómeno alarmante que, según se indica, se acelera por los impactos del cambio climático y la acción humana: «Los rayos y los descuidos humanos siempre han causado incendios descontrolados, pero el cambio climático antropogénico, los cambios de los usos de la tierra y la mala gestión de los terrenos y bosques, hacen que los incendios forestales encuentren con más frecuencia las condiciones propicias para ser destructivos».

Los impactos de los incendios son múltiples: pérdida de ecosistemas y biodiversidad; erosión del suelo; degradación de las cuencas hidrográficas; pérdidas económicas para miles de familias; riesgos para la salud, con impactos respiratorios y cardiovasculares; extinción de especies animales y vegetales.
En su reciente informe “Fronteras 2022: ruido, llamas y desequilibrios, temas emergentes de preocupación ambiental”, la ONU afirmó que anualmente, entre 2002 y 2016, se quemaron alrededor de 423 millones de hectáreas de la superficie terrestre de la Tierra, lo que equivale aproximadamente al tamaño de la Unión Europea; África es el continente más afectado, con casi un 67% del total.

Sudamérica no ha sido la excepción. Distintos puntos del territorio chileno se vieron afectados por incendios. Por citar un caso, en los últimos días se reportaron 58 siniestros activos en la región de La Araucanía, donde, según datos de Fundación Reforestemos, el fuego ya consumió más de 46 mil hectáreas. En Argentina, por su parte, la provincia de Corrientes fue la principal afectada en los últimos días: más de 800 mil hectáreas fueron arrasadas por las llamas, poniendo en peligro a seres humanos y animales.

Frente a este panorama, el estudio insta a los gobiernos a tomar decisiones radicales, reorientando gastos y trabajando más por la prevención que por la reacción tardía ante lo ocurrido. La recomendación es la aplicación de la denominada “Fórmula de Preparación para Incendios”, con dos tercios del presupuesto destinado a planificar y prevenir, y un tercio a responder y paliar. Inger Andersen, directora ejecutiva del PNUMA, señaló además que “hay que apoyar a los trabajadores de los servicios de emergencia y a los bomberos que están en primera línea y que arriesgan sus vidas para luchar contra los incendios forestales”.

Nos encontramos sin dudas ante un escenario que exige que todos tomemos conciencia y actuemos, colaborando desde nuestro lugar e impulsando medidas gubernamentales que permitan afrontar la situación. Ocurran donde ocurran en el planeta, los incendios nos afectan a todos: la naturaleza no tiene fronteras.


Fuente: https://www.unep.org/es