Cada 7 de julio se celebra el Día de la Conservación del Suelo, para recordar su importancia y la necesidad de cuidarlo.

Hogar de diversas especies vegetales y animales, fuente de alimentación para los seres humanos, necesario para mitigar el impacto del cambio climático: el suelo es esencial para todos los que habitamos el planeta. Para reconocer su importancia, el 7 de julio de 1963 se declaró el Día Internacional de la Conservación del Suelo en homenaje al fallecimiento del Dr. Hugh Hammond Bennett, científico estadounidense, jefe del Servicio de Conservación de Suelos de su país, quien dedicó su carrera a la investigación de los suelos y a difundir la importancia de la calidad de la tierra para la producción agrícola.

La conservación del suelo, vital para la seguridad alimentaria

Uno de los aspectos más relevantes a la hora de valorar la importancia del suelo es su papel como fuente de alimento para los seres humanos. Según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés), el 95% de nuestros alimentos provienen del suelo, por lo que de su salud depende mayormente nuestra alimentación.

El organismo señala además que, en la actualidad, alrededor del 33% del suelo se encuentra degradado, con amplias zonas del planeta atravesadas por la desertificación, esto es, la degradación ecológica por la cual los suelos fértiles pierden su capacidad productiva. Si bien existen causas naturales, las principales responsables de este fenómeno son las actividades humanas, tales como la deforestación, las prácticas agrícolas intensivas, la contaminación o la urbanización descontrolada. La conservación del suelo debe ser, entonces, asumida como nuestra responsabilidad.

Conservación del suelo

El suelo, una de las principales reservas de biodiversidad

La conservación del suelo no es esencial únicamente para los seres humanos, sino también para toda la vida en el planeta. Hogar de una enorme diversidad de especies, el suelo contiene miles de microorganismos y animales, como hongos y lombrices. Según indica la FAO, ¡hay más organismos vivos en una cucharada de suelo que personas en la Tierra!

El suelo es el primer escalón de la pirámide alimentaria, cumpliendo un papel fundamental para todos los seres vivos. De él se nutren las plantas, que absorben nutrientes como carbono, nitrógeno, calcio y fósforo. De las plantas se alimentan los animales herbívoros y omnívoros, y de estos los carnívoros; toda la cadena está basada en el sustento brindado por el suelo.

La conservación del suelo, clave en la lucha contra el cambio climático

Además de su relevancia para la alimentación de los seres vivos, el suelo cumple también un papel fundamental en la mitigación de los impactos del cambio climático. Los suelos sanos, enriquecidos con materia orgánica, juegan un rol crucial en la retención y disponibilidad del agua, ayudando a reducir las sequías e inundaciones. Frente a períodos de falta de agua, el suelo puede almacenarla y mantener la humedad durante etapas de escasas precipitaciones. Y frente a inundaciones, el suelo logra absorber y almacenar el agua por debajo de la superficie terrestre, reduciendo los efectos de los grandes caudales.

Y su accionar no se circunscribe solo al agua, sino que también cumple un destacado papel en la absorción del carbono. Los suelos sanos actúan como sumideros de carbono, ayudando a reducir su presencia en la atmósfera y, así, disminuyendo el calentamiento global. La conservación del suelo se revela, así, imprescindible para conservar nuestros ecosistemas.

Compostar los residuos orgánicos para la conservación del suelo

Una de las maneras de ayudar a la conservación del suelo es a través del compostaje de los residuos orgánicos. Actualmente, en nuestro país se estima que los orgánicos representan el 58% de una bolsa de basura promedio, y las tasas de valorización son aún muy bajas. Esto no sólo supone el desaprovechamiento de residuos que pueden convertirse en fertilizante y abono natural, sino que también implica un importante riesgo ambiental.

Si no son separados y aprovechados, los residuos orgánicos son vertidos en rellenos sanitarios, donde su descomposición produce variados efectos negativos en el entorno: pueden convertirse en focos de infección y enfermedades; generan líquidos contaminantes para el suelo y las napas subterráneas; y emiten gases de efecto invernadero, como el metano, que contribuyen al calentamiento global.

Compostera para la conservación del suelo

Por eso una de las formas de enriquecer el suelo es el compostaje, esto es, el proceso de degradación biológica mediante el cual se utiliza la fracción orgánica de los residuos para reincorporarlos a su ciclo natural a través de la elaboración del compost, un excelente fertilizante natural. Los residuos orgánicos son los de origen animal o vegetal, capaces de descomponerse, tales como cáscaras de frutas y verduras, té y café, cáscaras de huevo, hojas secas y restos de poda, etc. El compost se forma por la acción de millones de organismos y microorganismos, que activamente degradan la materia orgánica hasta convertirla en un compuesto asimilable por las plantas.

Por eso, para potenciar la conservación del suelo, si aprovechamos los residuos orgánicos que generamos en nuestra vida diaria usando composteras (hay de distintos tamaños y estilos, pueden verlas aquí), estaremos reduciendo la contaminación, ayudando al crecimiento de las plantas y brindando nutrientes a la tierra.