La contaminación generada por el plástico es una de las más importantes en el planeta. Son varios los focos de peligro de la excesiva contaminación ambiental que genera este material, que tiene la particularidad de tardar cientos de años en degradarse. Y en el último tiempo han proliferado estudios que muestran que es un fenómeno que no afecta únicamente a las aguas o a especies animales, sino que también incide directamente en el cuerpo del ser humano.

Esta semana se dio a conocer un estudio de la Universidad Médica de Viena, encabezado por el gastroenterólogo Philipp Schwabl, quien manifestó que los resultados de un estudio fueron sorprendentes: encontraron microplásticos en el intestino de seres humanos. En un estudio piloto con una pequeña muestra de personas de Finlandia, Italia, Japón, Países Bajos, Polonia, Rusia, Reino Unido y Austria, los investigadores comprobaron la presencia de una variedad de microplásticos en sus cuerpos.

Los microplásticos son pequeños trozos de menos de 0,05 cm de largo, cuya existencia ya se ha observado en los océanos, e incluso en peces. Son varias las investigaciones que han probado la presencia de una enorme proporción de este material en las aguas, especialmente de polipropileno y tereftalato de polietileno, componentes principales de las botellas y tapas de plástico.

Los autores que llevaron a cabo la investigación señalaron que aún no pueden afirmar con exactitud el origen del plástico encontrado en las personas. Las fuentes pueden ser varias: pueden haberlo ingerido al beber líquidos de botellas de plástico, o al alimentarse con pescados o frutos de mar.

Otro llamativo estudio reciente dio a conocer otra posible causa de esto: la presencia de plástico en la sal de mesa. En una investigación realizada por Greenpeace East Asia y la Universidad Nacional de Incheon (Corea del Sur), se tomaron muestras de casi 40 marcas distintas y de diferentes países. Tras un análisis pormenorizado, comprobaron que más del 90% de la sal de mesa analizada contenía partículas de microplásticos. De este modo, los investigadores calculan que, en promedio, un adulto podría ingerir en un año 2 mil fragmentos de plástico, un número alarmante.

Este estudio se suma a otro realizado este año por la Universidad Estatal de Nueva York, que demostró que el 93% de las muestras de agua embotellada de las principales marcas de Estados Unidos contiene partículas de plástico. Las investigaciones de este tipo son cada vez más frecuentes, y sus resultados cada vez más preocupantes.

Investigaciones de este estilo no hace más que confirmar que la necesidad de cuidar del planeta es cada día más importante. Sin embargo, en lugar de centrarse y quedarse solo con los datos preocupantes, debemos asumir la tarea con actitud positiva y decisión. Reducir el uso del plástico es imprescindible, así como también su reciclaje, para hacer frente a una de las principales problemáticas que afectan hoy al medio ambiente.